domingo, 14 de octubre de 2007

el DIARIO de una MANIATICA I

ADVERTENCIA!

A continuación pegué un montón de reflexiones que no tienen nada que ver entre sí. Bueno, tienen algo en común: a mí.


Viernes 12 de Octubre – 16.34hs – En la Agencia trabajando.

Pensaba escribir algo en el momento, pero en la vorágine se me pasó.

Resulta que la semana pasada, en una confusa serie de entrevistas que resultaron suceder todas al mismo tiempo… conseguí el trabajo que buscaba. No es el mejor trabajo del mundo, pero es el primero en lo que me gusta.

Así que ahora soy Redactora. Yes. En una Agencia de Publicidad. De hecho estoy ahí ahora mismo. Tengo un bache de tiempo y ya que estoy escribo un poco.

Estoy contenta. Los primeros dos días estaba incómoda. Pero ya me siento re bien. Son todos muy copados, confían en mí como si me conocieran de siempre. Además me llevo re bien con mi compañera de escritorio (es laaargo), lo cual hace las cosas más amenas.

La verdad es que estoy fundida. Y saben que me gusta quejarme, pero por más que lo haga estoy contenta. Esta semana anduve de un lado a otro. Entre la agencia y las clases… Bueno, no me queda tiempo para vivir. Pero por una vez lo disfruto.


Domingo 14 de Octubre – 19.49hs – En casa.

Estoy completamente trastornada…

Bueno, antes de seguir con la frase, explico porque se cortó lo de la agencia. Es que justo me trajeron banda de laburo y cuando terminé me fui a la Facu. Iba a ir a lo de Mati, pero no me sentía bien de salud, así que vine a casa. No, me retracto, me trajeron a casa. El profe con el que estoy me trajo en coche. Hay que ver con cuánta gente buena onda y considerada uno se encuentra en la vida… Porque si quisiera quejarme, encontraría cientos de personas hijas de puta que me hicieron mierda. Pero también debo admitir que gente como este profe o la otra profe con la que laburo existe.

Bueno, volviendo al tema. Estoy trastornada…

No se por qué. Si siempre me peleo con mi vieja. Si siempre mi ex viene a molestar. Pero me las arreglo para encontrarle la mala onda a todo, para angustiarme. No es que me falten razones, pero voy a tener que empezar a darles la espalda porque me voy a volver loca si no.

Qué más? Qué más? Mmmm… Bueno, estuve calculando lo que me saldría irme a vivir sola. Y es impensable con mi patético sueldo. Habrá que esperar o conseguir a alguien decente que me acompañe. Pero así como adelantandome a los hechos…. Me parece que para Enero me voy a ir de acá. Esperemos que se cumpla (cruzo los dedos).

Haciendo un “punto y aparte”, hay algo que hace mil que quiero escribir acá y no puedo. No se, no me sale. Al menos lo describo. El otro finde con mi hermana estuvimos desmantelando la “salita”. Con “salita” me refiero a un cerramiento que tenemos en el patio donde jugábamos de chicas. Ahí todavía estaba armada la casa de las Barbies, muchos peluches, juguetes a montones. Todo lo que nunca pudimos tirar.

Así que, agarramos cajas. Desarmamos todo. Tiramos lo que estaba roto. Separamos lo que vamos a regalar. Guardamos bien lo que vamos a conservar. El primer rato fue todo “Ahhhhhhhhhhhhhhhhh” y “Ohhhhhhhhhhhh”. Emoción. “Mirá esto!” y “Te acordás de esto?”.

Pero después lo vi. MI CABALLITO. Un caballo de plástico duro, marrón claro, con pelo castaño y montura celeste. Era para las Barbies, pero nunca ninguna “entró”, así que era sólo mi caballo. Me lo regalaron mis tíos Rocco. Me acuerdo que yo quería uno todo articulado, que caminaba. Lo pedí para Navidad. Pero era muy caro, y me compraron este. Cuando lo vi casi me enojo, pero ya de chica era sensata con algunas cosas. Sabía que querían darme lo que quería pero no podían. Y en cuanto lo agarré lo amé. Ahora que lo pienso no se si lo hubiera querido tanto si me lo hubiera dado otra persona. Bueno, en cualquier caso siempre lo quise mucho.


La cuestión es que cuando estábamos guardando las cosas lo vi. Tenía dos de sus piernas rotas. Partidas. Me agarró una angustia infernal. Pero nuevamente sensata, lo tiré. Estaba tan destruido que no se quién podría haberlo querido. Pero antes le saqué una foto, como para acordarme siempre.


La moraleja es que me parece que muchas de las lecciones importantes de la vida las aprendí sola. Y si bien es algo para estar orgullosa de mi misma, me hace resentir mucho a quiénes me tendrían que haber enseñado.

Bueno, es medio tarde para algunas cosas…




Peluka

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